Este estudio Bíblico te dará una explicación sobre el significado de la palabra en Juan 4:4-26, sobre la mujer samaritana. Lee También: Jesús y Nicodemo “El Nuevo Nacimiento” – Juan 3:1-15.

Jesús y la Mujer Samaritana – Reflexión y Significado en Juan 4:4-26

Para empezar, esta historia comienza en la ciudad de samaria. Esta ciudad fue la capital del Reino del Norte, cuando Israel estaba dividida en dos.

Después que el reino del norte y su capital Samaria fueron tomadas por los asirios, deportaron a muchos judíos a Asiria y trajeron extranjeros a que se estableciesen allí, para ayudar a mantener la paz (2 Reyes 17:24). Por lo tanto, de la mezcla de extranjeros y judíos surgió la raza mixta, odiada por los judíos del Reino del Sur llamado Judea, quienes la consideraban impura.

La mayoría de los judíos hacían todo lo posible para no viajar por Samaria, tomaban rutas más largas con el propósito de no juntarse con los samaritanos.

De esta manera el Señor Jesús rompiendo con ese esquema racista decide pasar por allí y se sienta a descansar junto al pozo de Jacob (Jn 4:4-6). Luego una mujer samaritana llega a sacar agua y se sorprende que el Señor Jesús siendo Judío le hablara y además le pidiera agua (Jn 4:7-9).

La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva (Juan 4:9-10).

Por esta razón, este pasaje bíblico nos muestra la humanidad del Señor Jesús, pero también el interés que tenía por las almas. Sin importar la raza, posición social o los pecados que había cometido, El Señor mostró interés por esta mujer, explicándole por medio de una parábola que él podía darle esa agua espiritual que saciaría la sed de su alma.

Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4:13-14).

Por tanto, de la misma manera que el cuerpo nos pide beber agua cuando tenemos sed, el alma también necesita saciar la sed espiritual. Pero cuando esto ocurre, generalmente el ser humano busca saciar esta sed en cosas equivocadas. Algunos lo hacen con placer sexual, otros lo buscan en el dinero, el alcohol, las drogas o incluso en otras personas.

La Biblia nos enseña que estas cosas no son nuevas, de hecho muchas citas bíblicas en el antiguo testamento nos muestran que lo mismo ocurrió con el pueblo de Israel, cuando corrían tras sus deleites y abandonaban al Dios Viviente, al final sus malas decisiones los llevaban a situaciones trágicas y difíciles.

Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua (Jeremías 2:13).

Al igual que el pueblo de Israel, esta mujer también había tomado malas decisiones en su vida, lo que la había llevado a tener cinco maridos (Jn 4:16-18), quería saciar su sed en los hombres que habían pasado por su vida.

Por esta razón, El Señor Jesús quería enseñar a esta mujer Samaritana algo que en ese momento ella no podía entender, debido que creía erróneamente que recibiría un agua que saciaría su sed física, para no tener que volver al pozo cada día (Jn 4:15). El Señor quería enseñarle el paralelo que tienen las cosas físicas y las espirituales, mostrando de esa manera que Dios es la única fuente de agua que saciaría su vida (Sal 36:9).

Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía (Salmos 42:1).

En conclusión, la gran enseñanza que nos deja esta palabra, es que Dios es lo único que puede saciar nuestra vida y nuestra alma. No existe nada en esta tierra que pueda hacer feliz al hombre, sino la presencia de Dios en su vida.

En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre (Salmos 16:11).


Juan 3:1-15

Jesús y Nicodemo – El Nuevo Nacimiento Juan 3:1-15.

Este estudio Bíblico te dará una explicación sobre el significado de la palabra en Juan 3:1-15, cuando Jesús enseña a Nicodemo sobre El Nuevo Nacimiento. Lee También: El Camino del Justo y el Camino del malvado – Reflexión en el Salmo 1.

Jesus y Nicodemo “El Nuevo Nacimiento” – Juan 3:1-15

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:1-15).

Significado y Reflexión en Juan 3:1-15

Primeramente, para conocer un poco más sobre este personaje llamado Nicodemo, tenemos que decir que era un hombre muy importante entre los judíos. Pertenecía a la secta llamada los fariseos, los cuales eran muy estrictos en guardar la ley y las tradiciones orales que habían llegado a través de los siglos. También era erudito, escriba y miembro del concilio conocido como Sanedrín.

En pocas palabras, era una persona muy preparada intelectualmente y con mucho conocimiento de las escrituras.

Cuando fue a visitar a Jesús, lo hace de noche, por temor a los otros fariseos, y estando con Jesús lo reconoce “Maestro” que había venido de Dios, por las señales que Jesús hacía. No obstante, en ese momento sus ojos todavía no se habían abierto para verlo como el “Mesías” (Jn 3:2).

Nicodemo necesitaba respuestas a muchas de sus preguntas relacionadas con el Reino de Dios y el Salvador de Israel prometido en las escrituras, pero reconocía que Jesús, el cual había venido de Dios, podía responder sus preguntas.

Por lo tanto, el Señor Jesús conociendo sus pensamientos y sus preguntas le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn 3:3).

Nicodemo, pese a tanto conocimiento que tenia de las escrituras y su intento de guardar estrictamente la ley, estaba muy alejado de Dios. No podía entender el lenguaje espiritual con el que Jesús le hablaba, refiriéndose al nuevo nacimiento, el cual se basa en el arrepentimiento y la obra del Espíritu Santo en el corazón de cada persona (Lc 17:21).

Por lo general, muchos de los fariseos creían que el Reino de Dios iba a ser un reino terrenal con límites geográficos. Y más adelante el Señor Jesús les enseña que el reino de Dios consistía en la obra del Espíritu Santo en el corazón de las persona.

Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (Lucas 17:20-21).

Por otra parte, Jesús le enseña a Nicodemo, que de igual manera como no pudo controlar su nacimiento físico, tampoco podrá controlar su nacimiento espiritual (Jn 3:8). Es un regalo de Dios dado por el Espíritu Santo (Ro 8:16; 1 Co 2:10-12).

Por último, El Señor le explica a Nicodemo sobre la Salvación y la Vida Eterna, utilizando parte de las escrituras donde Moisés levantó una serpiente de bronce en el desierto.

Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía (Números 21:9).

De esta manera, Nicodemo más adelante pudo entender la obra redentora de Jesucristo, cuando fue levantado en la cruz por los pecados de la humanidad. Por esta razón, es que ante la mordedura del pecado, el poner la mirada en Cristo tiene los mismos efectos de salvación.

Lección de Vida de Nicodemo

Son muchas cosas las que podemos aprender de este erudito, el cual fue a Jesús en lo secreto, pero después lo defendió en público (Jn 7:50-51). Siendo un hombre muy estudiado e intelectual, tuvo la humildad de acercarse a Jesús para aprender de Él. Y sabiendo el riesgo que estaba tomando, fue junto a José de Arimatea ante las autoridades romanas a pedir el cuerpo del Señor para sepultarlo (Jn 19:38-40).

Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos (Juan 19:38-40).


Parábola del Alfarero y el Barro Reflexión en la Biblia

Este Estudio Bíblico nos dará una explicación sobre el Significado de la Palabra en Jeremías 18:1-6 “La Casa del Alfarero”. Lee También: Vosotros sois la Luz del Mundo -Reflexión en la Biblia.

La Casa del Alfarero – Jeremías 18:1-6

Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel (Jeremías 18:1-6).

El Alfarero y el Barro – Reflexión.

En esta parábola, Dios comienza diciendo al profeta Jeremías un mensaje ilustrado en la casa del alfarero. Este alfarero trabajaba sobre la rueda, pero la vasija que hacía se echó a perder en su mano y volvió hacer otra como mejor le pareció.

Por lo tanto, en este pasaje bíblico, Dios es representado como el Alfarero y la Nación de Judá como el Barro.

De esta manera, Dios quería mostrar al Profeta Jeremías como la nación se había corrompido. Pero de igual manera, en su soberanía también tenía el poder sobre el Barro (Judá), y lo seguiría trabajando para convertirlo en una vasija útil.

Al igual que la nación de Judá, Dios está trabajando en nuestras vidas, pero nosotros decidimos qué clase de barro somos.

Por qué un barro con mucha suciedad es muy difícil de moldear. Por esta razón, si el barro se quiebra en las manos del alfarero, la culpa es del barro y no del alfarero.

De igual manera, si algo está saliendo mal en nuestras vidas y estamos en las manos del gran alfarero, la culpa es nuestra y no de Dios. Así que es nuestra responsabilidad darnos cuenta, lo que está mal en nosotros.

Por otro lado, hay un elemento muy importante que utilizan para moldear el barro, este elemento es el agua. La cual se utiliza en el proceso de la purificación del barro.

En este proceso se mezcla la tierra con el agua. Luego se filtra esta mezcla por medio de una tela, para quitar suciedad o cualquier tipo de partículas que dañen el barro.

Por este motivo, esta es una verdad espiritual, ya que muestra la Palabra de Dios representada por el agua, la cual es la única que limpia y puede purificar la vida del hombre (Jn 17:17; Ef 5:26).

Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado (Juan 15:3).

La Palabra de Dios es útil para enseñar, corregir e instruirnos en el camino del Señor (2 Ti 3:16). Al igual que el barro necesita el agua para ablandar, la palabra de Dios es la que ablanda nuestro corazón y puede moldear nuestras vidas, siendo de gran bendición para nosotros.

Por último, para que la vasija llegue a su proceso final debe ser pasada por fuego en el horno. Esto representa, que nosotros vamos a ser pasados por pruebas para moldear nuestro carácter y convertirnos en vasos útiles para el Señor.

Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras (Jeremías 17:10).

Finalmente, cuando la vasija salga del horno disminuirá su tamaño, simbolizando que debemos menguar cada día, porque grande solo es el Señor en nuestras vidas.

Es necesario que él crezca, pero que yo meng:ue (Juan 3:30).


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